Nuestra declaración de misión comienza con una presunción que nosotros, la gente de nuestras parroquias, ya somos discípulos de Cristo. ¿Qué estamos diciendo?
“Discípulo” es un término relacional. Implica la existencia de otro. Cuando uno es esposo, implica la existencia de una esposa; cuando es una madre, implica la existencia de un hijo. Cuando es un discípulo, ¿qué implica? La existencia de un maestro.
Los discípulos vivían con su maestro. Imitaron la forma en que vivía, estudiaron las lecciones que enseñó y siguieron los mandamientos que dio para poder adoptar el estilo de vida del maestro. “ Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor. Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor.” (Mt 10, 24-25)
En nuestra declaración de misión profesamos que somos discípulos de Cristo y Él es nuestro maestro. Por medio de esta relación íntima con Jesucristo, seguimos y emulamos sus enseñanzas, seguimos sus mandamientos y nos esforzamos a ser más como Él y modelarlo por otros. Ninguno de nosotros lo hace perfectamente, pero aun asi somos discipulos verdaderos. Recordamos que, “ …todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro. (Lucas 6:40).
Jesús nos dijo que fuéramos y hiciéramos discípulos porque sabía que así se repartiría la Buena Nueva a todas las naciones.